Modo Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua está tratando de evitar que el país suspenda el acuerdo de libre comercio DR-Cafta con Estados Unidos, una medida que la oficina del Representante Comercial del país solicitó a la luz de los abusos masivos a los derechos humanos de la dictadura en el país.
La respuesta fue la Ley de Zonas Económicas Especiales de la Franja y la Ruta, un instrumento legal que fue presentado ante la Asamblea Nacional del país el miércoles 29 de octubre y aprobado por el parlamento sin mayor debate en menos de 24 horas. No fueron más que elogios de los diputados sandinistas que controlan el legislativo y sus aliados, quienes por unanimidad dieron su visto bueno y legalizaron el marco regulatorio que permitirá el establecimiento de zonas territoriales con incentivos fiscales para las empresas extranjeras, especialmente chinas, que el matrimonio dictatorial intenta atraer.
Básicamente, convertiría a Nicaragua en un gran paraíso fiscal, crearía una dualidad empresarial donde los nacionales pagan impuestos y la arbitrariedad del régimen, mientras que los demás en estos territorios podrán disfrutar de todo tipo de exenciones fiscales y apoyo estatal para instalarse en el país durante 10 años, en detrimento de los productores ya establecidos.
Nicaragua Investiga entrevistó al economista exiliado Jonathan Braudy Sánchez, especialista en planificación económica, análisis de políticas públicas, desarrollo organizacional y aplicación de inteligencia artificial en los negocios.
Ortega intenta sustituir el CAFTA convirtiendo a Nicaragua en un paraíso fiscal
Un economista analiza la nueva ley
Así respondió sobre la ya aprobada Ley de Zonas Económicas Especiales de Carriles y Vías:
— ¿Cuál es la verdadera intención del régimen?
— Esto no es desarrollo: es poder y control. El régimen sandinista busca crear zonas fuera del sistema legal y fiscal del país para administrar dinero, tierras y contratos sin rendición de cuentas. Es un desvío institucional, una manera de financiar y recompensar la lealtad política mientras se crea una falsa impresión de «modernización económica». Texto legal concentra el poder en una comisión encabezada por asesores presidenciales y ministros subordinados al poder ejecutivo, que elimina la supervisión de la Saeima y Oficina de Control. Además, permite exenciones fiscales totales y renovables indefinidamente, lo que convierte estas áreas en espacios de opacidad financiera.
—¿Beneficiará sólo a empresas chinas o a socios internos?
-Ambos. Aunque la ley establece que cualquier capital puede participar, el control de entrada lo proporciona el gobierno. En la práctica, las empresas chinas actuarán como portadoras de legitimidad internacional, mientras que los socios nacionales del régimen (empresarios, trabajadores de primera línea y operadores económicos con ideas afines) actuarán como intermediarios. Este patrón ya era visible en proyectos anteriores: concesiones mineras, licencias energéticas y contratos gubernamentales terminan en manos de grupos cercanos al poder. Esta ley institucionaliza este esquema dentro de un marco «legal».
Esta no es la política de desarrollo de Nicaragua
— ¿Este traslado a China significa que ahora llegarán grandes inversiones?
– No. Desde que se rompieron las relaciones con Taiwán y se reconoció a China en 2021, no hay evidencia de una inversión directa significativa de capital chino en Nicaragua. No se implementan proyectos industriales o financieros particularmente influyentes; sólo anuncios de cooperación técnica, becas y promesas diplomáticas. China tiende a invertir en países con tamaño de mercado o recursos estratégicos como el litio, el petróleo o corredores portuarios con amplio acceso al comercio. Nicaragua no lo ofrece. Lo que puede ofrecer y lo que permite la ley son puntos logísticos de tránsito, zonas portuarias y depósitos fiscales que faciliten las reexportaciones comerciales o las operaciones de triangulación.
En resumen: no es una política de desarrollo, sino un alineamiento geopolítico que es bueno para Beijing, pero no necesariamente para la economía nicaragüense.
— ¿Es una reacción al riesgo de ser suspendido del DR-CAFTA?
– Sí. El régimen está buscando un plan de contingencia comercial en caso de que Estados Unidos suspenda o revise el DR-CAFTA debido a abusos a los derechos humanos y un estancamiento político interno. Sin embargo, esta estrategia no reemplaza el acceso al mercado estadounidense, que absorbe más del 60% de las exportaciones de Nicaragua. China no ofrece preferencias arancelarias equivalentes ni una demanda significativa de los principales productos del país (carne, textiles, café, oro).
Intentar reemplazar el DR-CAFTA con zonas económicas no es económicamente rentable y políticamente riesgoso, ya que puede profundizar las sanciones y aislar aún más al país del sistema financiero occidental.
Primer vistazo al fin del CAFTA: los aranceles del 18% ya están causando estragos en la economía
Economía dual
— ¿Cuáles serían los beneficios reales para el país?
— Los beneficios potenciales son limitados y concentrados. Se podrían crear empleos en los sectores de logística o montaje, pero serían de baja productividad y sin compromiso con la transferencia de tecnología o las cadenas locales. Los costos fiscales son muy altos: exenciones totales del impuesto a la renta, IVA, aranceles, dividendos e impuestos municipales por tiempo indefinido. Esto significa renunciar a ingresos públicos en un contexto de déficits estructurales y deuda creciente. Además, el diseño de ventanilla única, sujeto a control político, elimina la competencia administrativa y aumenta la vulnerabilidad a la corrupción y el clientelismo.
—¿Habrá dos tipos de emprendedores en Nicaragua?
— Sí, y de forma institucionalizada. Los empresarios relacionados con la energía podrán operar con exenciones, energía subsidiada y trámites exprés.
Los propietarios de empresas independientes seguirán pagando altos impuestos y enfrentando un sistema regulatorio asfixiante. Se está formalizando una economía dual: una élite armada y un sector manufacturero penalizado, donde la eficiencia y la innovación son desplazadas por la lealtad política. Esto distorsiona la competencia, desalienta la inversión local y refuerza un modelo minero energético. Los datos disponibles y el propio texto de la ley muestran que no se trata ni de un plan nacional de desarrollo ni de un modelo productivo sostenible, sino de un esquema de control económico, geopolítico y fiscal. No son zonas de progreso, son zonas de entrega. La soberanía no se debate, se defiende.